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La falta de intensidad tenía que desaparecer, puede que ese fuera el motivo de que convocara a cuatro canteranos, más Hachim Mastour, la perla que todos quieren. Eso sí, pese a mi deseo cumpleañero, no debutó, pero al menos tuvo presencia, eso que nos llevamos.
La coordinación defensiva era buena, creo que tanto Inzaghi como Tasotti decidieron preguntar que pareja quería a Paletta, el veredicto fue Álex por delante de Méxes, que pese a tener uno de los mejores desplazamientos de balón tiene errores calamitosos. Ambos centrales cuajaron un buen encuentro pese a los intentos de Rudi por acelerarles sumando a gente en ataque. Solo se vieron superados en los momentos en los que Totti se encontraba en el área chica.
El trabajo en grupo fue una máxima durante todo el partido, novedad que vendría con el estreno de camiseta suponemos, parecía un equipo nuevo sin tensión y con ganas. Sorprendió la constante ayuda de Honda sumada a la presión que contagiaba Destro.
Los goles volvieron, primero con una jugada muy de Calcio, recuperación por parte del delantero, recorre la banda Honda que ve la llegada de Van Ginkel para anotar. Importante la figura del trequartista que se siente cada día más comodo. El segundo llegó con un gran centro del nipón, ambas asistencias con su pierna mala, que remató de forma faraónica Destro.
La competitividad regresó al igual que el sufrimiento tras el gol de Totti desde los once metros, pero ningún síntoma de catenaccio, al revés, Bonaventura manejó el tempo en los últimos minutos tanto para abrir juego como para finalizar jugada.
La sonrisa en los rostros de San Siro, de Inzaghi, de Tassoti y del milanismo en general ante la buena actuación del equipo, mostrando brotes verdes. Tres puntos ante los giallorossi, tres puntos de esperanza.
Escrito por: @AdictoFutbolES
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| El todocampista rossonero Marco Van Ginkel |
