25 de mayo de 2015

Noche de regresos, recuerdos y alegrías. Milan ayer vivía una tarde emocionante, en la que nadie quiso perderse el show de San Siro. En la gala aparecían personajes famosos como Paolo Maldini o Kevin Prince Boateng.

El pasado 23 de mayo se celebró el aniversario de la tercera y séptima Champions League adquiridas por el club rossonero, lo cual se quiso homenajear con un espectáculo pre-partido, acompañado de los usuales canapés y bebisas que amenizan la velada.

Otro de los motivos era la entrada libre para los "ragazzi", coincidiendo con la convocatoria de bastantes jugadores del Primavera.

Pero, en los términos futbolísticos, estaba claro el foco de atención. Stephan El Shaarawy regresaba a los terrenos de juegos como titular, causando una expectación notable hacia su persona, mirando con lupa el más mínimo detalle de su partido.

La Curva Sud encontró el escenario perfecto para protestar por su equipo. Grandes pancartas sobre el futuro de la entidad lombardo lucían atadas en el graderío.

Esta atmósfera de glamour y protesta eclipsó parte del juego, ordenado a la vez que aburrido. Estaba claro que ninguno daría su brazo a torcer, pese a que la conquista de los tres puntos era una mera anécdota.

Llegamos al minuto 15 aproximadamente, y lo más comentado son las exclusivas del viaje a Madrid de Galliani de cara a la próxima temporada, lo demás no interesaba tanto.

Según avanzaba el encuentro, el partido iba cogiendo brillo, más presencia de jugadores como El Kaddouri o Van Ginkel, aceleraban el ritmo del partido.

Euforia
De repente, exaltación total en la grada, Zaccardo centraba al área, donde llegaban desde atrás Poli y Van Ginkel, para despistar el marcaje al hombre turinés. El Shaarawy cazaba el balón con un precioso control de interior, dejando botar el esférico y con un golpe seco puso el balón en la red.

Euforia, momento de felicidad y expresión de los sentimientos liberando tensión, creo que es la acepción más adecuada para definir la mezcla de cosas que se le pasaron por la cabeza tras marcar el gol El Shaarawy . Il Faraone respiraba, recibía el aire de un gol ante su afición, la pasión y el agradecimiento sumiso que enaltecía su figura, tras cerca de dos años.

Euforia sentía un público, viendo en su estandarte como se pueden romper las riendas que le ataban a una mala racha, liberación y júbilo generalizado.

Tras la calma viene la tempestad - escribieron sabios- y así fue.

Los granatas se hacían grandes electrocutando el juego entre líneas que intentaba propagar el Milan, la labor de equipo de Gazzi estaba salvando los muebles, aunque arriba causaba peligro. El Kaddouri transportaba la pelota por toda la zona de tres cuartos sin apenas problemas.

El marroquí realizaba la acción en cada jugada, descargando juego hacia los carrileros y ensanchando al equipo. Cerca del minuto 40, una de estas cabalgadas se repetía, seguramente una de las veces menos estéticas, pero fue efectiva ya que tras un rebote el balón se colaba entre la defensa dejando a Molinaro solo.

Paramos el tiempo, el escenario consta de Molinaro en pleno sprint ante la portería de Abbiati, Zaccardo y Alex en maniobra de giro hacia la carrera del rival, y El Kaddouri admirando donde acabaría su asistencia.

Obviamente Zaccardo le derribaría, roja directa, cambio del guión imprevisto. Inzaghi expulsado por las protestas, decanso y reflexión.

Tras la mala gestión de cambios de Inzaghi (durante toda la temporada - incluyendo este partido-), el Milan se refortalecía a través de la fluidez del balón, mucho brío y juego entre líneas.

Euforia
Sin comerlo ni beberlo, el guión siguió escrito como la mayoría quería. Tras una gran acción en la frontal del área, Van Ginkel se desmarcaba en el área siendo derribado por Molinaro.

De nuevo, Cristian aparecía para borrar todas las crónicas del nuevo tropiezo rossonero, para dar a luz las de brotes verdes. Pazzini marcaba el penalty para despelotarse y celebrar su gol número 100 en Serie A. Partido redondo.

Ventura se veía frustrado, su equipo plantaba cara pero se dejaba manejar por la sangre fría local. Mientras gritaba como un lobo hambriento, Van Ginkel realizaba una pared dejando a El Shaarawy fusilar con su rosca natural, poniendo el tercero antes de el grito finalizara.

No había margen de reacción, ambos equipos acordaban el resultado, ni más sangre ni más sustos. Mastalli debutaba, medio de la generación del 96 que desató la locura cada vez que tocaba el esférico.

El Shaarawy marchó ovacionado volviendo a despertar al Milan, reanudando la fiesta y haciendo que San Siro muriera feliz. Euforia.




Miguel Ángel Martín Abad (@AdictoFutbolES)

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